Resuélveme este dilema:
«soy una, pero soy media».
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Mi padre al cuello la ata y, poco a poco, la aprieta hasta llegar a su meta.
Destacan en las orejas creyéndose independientes, van casi siempre en parejas.
Tengo cinco habitaciones, en cada una un inquilino, en invierno cuando hace frío, están todos calentitos.
Hoy cuando me levanté, puse uno en cada pie. Como no son los zapatos, dime tú... ¿qué puede ser?
Aunque la quite del agua, sigue en agua.
Tienen justo cinco dedos como la mano; se rellenan en invierno, se vacían en verano.
Me pisas y no me quejo, me cepillas si me mancho, y con mi hermano gemelo bajo tu cama descanso.
No me utilizan los patos más me llevan de apellido, con «Z» empieza mi nombre, ¡y ya el resto es pan comido!
Vivo en el campo y en una ciudad grande, y soy chico pero me usan por igual, si dices mi nombre solo dirás la mitad.
El pie tapo al instante igual que si fuera un guante.