Viene del cielo, del cielo viene,
a unos disgusta y a otros mantiene.
Millares de soldaditos
van unidos a la guerra,
todos arrojan lanzas
que caen sobre la tierra.
El cielo y la tierra
se van a juntar;
la ola y la nube
se van a enredar.
Vayas donde vayas
siempre lo verás,
por mucho que andes
nunca llegarás.
Es tan humilde y tan buena
que hasta se deja pisar;
para el almuerzo y la cena
la vaca la va a tomar.
Hay un hijo
que hace nacer
a la madre
que le dio el ser.
En las regiones polares
se encuentra en todos los mares.
Él es tío sin sobrinos,
a todos calienta igual.
Si no sabes de quién hablo,
tras la primavera vendrá.
En verano barbudo
y en invierno desnudo,
¡esto es muy duro!
Lleva años en el mar
y aún no sabe nadar.
Llevo, sin ser arlequín,
de colores mi librea,
yo salgo de tarde en tarde
y espero siempre a que llueva.
Son mis colores tan brillantes
que el cielo alegro en un instante.
Cuando apenas he nacido,
mi vida se acaba al punto;
aunque no soy el primero,
lo sigo por todo el mundo.
Somos sesenta mellizos,
en torno de nuestra madre,
tenemos sesenta hijitos
y toditos son iguales.
Doce palomitas
en un palomar,
a la hora y a los cuartos
salen a volar.
Doce señoritas
en un mirador,
todas tienen medias
y zapatos no.
Son doce hermanas
y todas gastan medias
y, aunque, van numeradas
todas son cantadas.
Unas surgen con la luna,
a otras las alumbra el sol,
todas juegan al corro
y todas hermanas son.
¿Qué cosa no ha sido
y tiene que ser,
y que cuando sea
dejará de ser?
Todos me esperan
pero nunca llego,
porque cuando llego
yo desaparezco.
Fui y no soy,
no soy y fui,
mañana seré
y hablan siempre de mí.
¿Qué día será,
que entre el sábado
y el lunes está?
Como te cases
o te embarques
en este día fatal,
todo te saldrá mal.
De aquí al domingo seis pasos,
seis cielos que veo pasar,
seis mañanas, seis ocasos
¿Cómo me debo llamar?