Una palomita,
blanca y negra;
vuela sin alas
y habla sin lengua.
Cruza los ríos,
también los mares,
vuela sin alas
a todas partes.
Bolita tengo
tinta, también
capucha tengo
y escribo bien.
Tengo los zapatos rotos
por la suela y el tacón,
¿quién me los arreglará
con la aguja y el punzón?
Sin ser cojo usa muleta,
y espada larga de acero,
y ante el toro no se inquieta.
Con traje de luces
estoy en la plaza,
delante de un bicho
que, a veces, me mata.
Sobre lienzo, o en papel,
que bien aplica el color,
con lápices o pincel.
Mi pueblo es costero,
sueño con el mar,
en mi viejo barco
me voy a pescar.
Se puede quedar sin duros
por culpa de los peludos.
Con unos zapatos grandes
y la cara muy pintada,
soy el que hace reír
a toda la chiquillada.
¿Quién es aquel caballero
que me causa maravilla,
que mientras alzan la hostia,
está sentado en su silla?
Vivo junto al bosque,
mi casa es de piedra,
yo talo los árboles
y corto madera.
No soy bombero,
pero tengo manguera
y alimento a los coches
por la carretera.
Agita el cartucho,
carga la pistola,
pasa un algodón,
y con un azote
pone la inyección.
La cartera, compañera,
me acompaña con frecuencia,
voy de portal en portal
llevando correspondencia.
Caminar es su destino
y, yendo de casa en casa,
de su valija de cuero
saca paquetes y cartas.
Con madera de pino,
de haya o de nogal
construyo los muebles
para tu hogar.
Con una manguera,
casco y escalera
apago los fuegos
y las hogueras.
Todos los días del año
me levanto muy temprano
a quitar los desperdicios
y basuras de tu barrio.
Hago paredes,
pongo cimientos
y a los andamios
subo contento.
Ni torcida ni inclinada
tiene que estar la pared,
para eso tengo plomada
y me ayudo del nivel.
Preparo el terreno
y la semilla siembro;
siempre esperando
que el sol y la lluvia
lleguen a tiempo.
Ha bogado muchas veces,
ya lo creo,
entre togas de los jueces,
por un reo.