Es venta y no se vende,
es Ana, pero no es gente.
Es una caja habladora,
que vive en todas las casas,
y se calla a muy alta hora.
Aunque no hable,
lo cuenta todo por cable.
Habla y no tiene boca,
oye y no tiene oído,
es chiquito y hace ruido,
muchas veces se equivoca.
Llevo secretos a voces,
corriendo por esos mundos
y sin que nadie los oiga
los doy en unos segundos.
Que timbre y número tenga
y en verdad portal no sea
es cierto, y el que desea
hablar por él, no lo cuelga.
Puede ser de Persia,
puede ser de Ana,
por más que se enrolle,
se ve en la ventana.
Es tu favorita
cuando sientes frío;
la encuentras escrita
en el verso mío.
Sale de la sala,
entra en la cocina,
meneando la cola
como una gallina.
Aunque yo nunca me mueva
por mí suben, por mi bajan;
soy de diversas materias
y mi utilidad la halagan.
Lámina que no se ve
y nos protege del viento.
Aunque la atraviesa el sol,
se empaña con el aliento.
Del techo al suelo,
cortada y fina,
tela con vuelo.
No soy el sol,
tampoco el fuego;
pero la casa
bien que caliento.
Durante el verano escondido,
en el invierno encendido.
En invierno se usa
porque da calor
en verano estorba
y se echa al rincón.
Con mi cara tan cuadrada,
lisa o con dibujitos,
resignada y por los suelos,
me repito, me repito…
Una caja en tu casa
que te sube y que te baja.
En lo más alto me ponen
para que el viento me dé,
soy guía para los hombres
y siempre estoy de pié.
En lo más alto me ponen
para que el aire me dé.
El aire me zarandea,
Y siempre lo miro a él.
Vivo en alta situación
y en continuo movimiento,
con exactitud presento
del aire la dirección.
Los tejados protejo
y buenas canales dejo.
Un campo bien labrado
no gasta reja ni arado.
Un barbecho
bien labrado,
ni entra mula,
ni entra arado.