Lo rascaba llorando
de la crin a la cola
y en él se iba trotando
por una loma.
¿Cuál es el animal
que tiene silla
y no se puede sentar?
No lo parezco y soy pez,
y mi forma la refleja
una pieza de ajedrez.
¿Cuál será aquel animal
que rebuzna y no es borrico;
en la cara, en el hocico
y en el cuerpo es casi igual;
que trabaja irracional,
que lo que come merece,
tiene de burro la cara,
no es borrico y lo parece?
Sal al campo por las noches,
si me quieres conocer,
soy señor de grandes ojos,
cara seria y gran saber.
Es la reina de los mares,
su dentadura es muy buena,
y por no ir nunca vacía,
siempre dicen que va llena.
Mi reinado está en el mar,
soy de peso regordeta;
un día, siglos atrás,
me tragué entero a un profeta
aunque luego lo expulsé
al pensar que estaba a dieta.
Sobre la vaca, la «o»,
a que no lo aciertas, no.
Iba una vaca de lado,
luego resultó pescado.
¿Quién allá en lo alto
en las ramas mora
y allí esconde, avara,
todo lo que roba?
¿Quién hace en los troncos
su oscura casita
y allí esconde, avara,
cuanto necesita?
Teje con maña,
caza con saña.
En alto vive, en alto mora,
en alto teje, la tejedora.
Nunca camina por tierra,
ni vuela, ni sabe nadar,
pero aún así siempre corre,
sube y baja sin parar.
Chao, chao,
rabito «alzao».
No vuela y tiene un ala,
no es camión y hace «cran».
Vive en el desierto,
mata a las personas,
debajo de las piedras,
muy bien se acomoda.
Soy sabia y no tuve escuela
para mí no hubo doctrina
soy maestra de cocina
y cocino sin candela.
De celda en celda voy
pero presa no estoy.
Aunque no soy florista
trabajo con flores
y por más que me resista
el hombre arrebata
el fruto de mis labores.
Soy el jugo de la uva,
de la copa el contenido,
de la mesa el gran señor,
de todos apetecido.
De claro como el agua
al rojo oscuro,
salud y alegres fiestas
os procuro.
Soy blanco, soy tinto,
de color todo lo pinto,
estoy en la buena mesa
y me subo a la cabeza.