Con largos vestidos
de sedas y gasas,
me imitan las niñas
cuando se disfrazan.
Tiene nombre de joyero,
menudo, blanco, ligero.
Vive sin haber vivido
y es de todos conocido.
Llevo un parche en el ojo,
una pata de palo,
y mi cara es de …
malo, malo, malo.
Por decir muchas mentiras,
me ha crecido la nariz,
pero, arrepentido luego,
vuelvo a sentirme feliz.
¡Que sí!
que me crece la nariz
al mentir
¡ay de mí!
Azul, o rosa, o cubista,
siempre artista.
Perdí mi sombra,
y cuando la encontré,
a Wendy me llevé.
Era un animal feroz,
hasta pintarlo de rosa;
ahora nos divierte mucho;
lo feroz… ya es otra cosa.
Lleva la cara pintada,
y unos grandes zapatones,
ríen los chicos y grandes,
con sus chistes y canciones.
En los cuentos soy el malo,
porque en vez de un helado,
me comería…
¡Al que tienes al lado!
Le encanta la carne
de ciervo y gamuza,
le encanta la niña
de la caperuza.
¡Qué suerte tiene esta señorita!,
que tiene una varita,
y cuando la agita,
te convierte en princesita.
Es fácil este acertijo,
ganó merecida fama
ensartando una manzana
en la cabeza de su hijo.
Todo cubierto
con traje blanco,
cuando aparezco
a todos espanto.
Echo fuego por la boca,
espanto por donde voy,
¡ten cuidado!, al que se equivoca,
le echa fuego por la boca.
Una pedrada fue suficiente
para que un pequeño rey
hiciese su gesta más valiente.
Mucho correr, mucho fregar
y a sus hermanas trajes planchar
pero, al final, ya lo verás,
en el palacio, se casará.
Su madrastra y sus hermanas
no la dejaban salir
pero llegó el hada buena
y al príncipe hizo feliz.
De rojo me cubro
sin ser amapola,
mi abuela y el lobo
completan la historia.
Mi avión es una escoba;
negra y fea me verán,
persigo siempre a las hadas
que al verme se espantarán.
La bruja con su manzana,
me hizo dormir,
pero el príncipe con su beso,
me despertó. ¡Qué feliz!
Una madrastra se porta fatal,
una manzana es muy mortal,
un beso amoroso la salvará.
Una madrastra que es infernal,
una manzana que es mortal,
de amor un beso la salvará.