Mi ser por un punto empieza,
por un punto ha de acabar,
el que mi nombre acierte
sólo dirá la mitad.
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El pie tapo al instante igual que si fuera un guante.
Vivo en el campo y en una ciudad grande, y soy chico pero me usan por igual, si dices mi nombre solo dirás la mitad.
Aunque la quite del agua, sigue en agua.
Rodeo cuellos y cuellos, tanto de ellas como de ellos.
De pergaminos, o sedas, o papel hechos estamos; en verano gusto damos; las manos han de estar quedas, si es que nuestro oficio usamos.
Tienen justo cinco dedos como la mano; se rellenan en invierno, se vacían en verano.
Para salir a la esquina ponte pan en el talón y camina.
No he de darte más razones, sin mi perderías los pantalones.
Una piel que es otra piel, una mano que no es mano y el frío se aguanta bien.
Tengo cinco habitaciones, en cada una un inquilino, en invierno cuando hace frío, están todos calentitos.