Dos guaridas cálidas
con sus escondrijos,
para dos hermanas
y sus quintillizos.
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Aunque las adornamos a ellas cuando no tenemos carreras, la gente tiene manía de no llamarnos enteras.
Me pones y me quitas, me tomas y me dejas, conmigo no tiritas y estoy hecho de madejas.
Aunque la quite del agua, sigue en agua.
De día llenos de carne, de noche con la boca al aire.
Tienen justo cinco dedos como la mano; se rellenan en invierno, se vacían en verano.
Me lleváis, me traéis, y si sois nuevos quizás me mordéis.
Dos guaridas cálidas con sus escondrijos, para dos hermanas y sus quintillizos.
Ahí vienen dos: uno se moja y el otro no.
Mi padre al cuello la ata y, poco a poco, la aprieta hasta llegar a su meta.
Redondito, redondón, no tiene tapa ni tapón.