Como una ametralladora
se escucha mi tableteo;
pero estoy en la oficina,
que mi oficio no es guerrero.
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Sin ser árbol, tengo hojas, sin ser bestia, un buen lomo y mi nombre en cada tomo.
Cruza los ríos, también los mares, vuela sin alas a todas partes.
Todas las palabras sé y, aunque todas las explico, nunca las pronunciaré.
Si me mojas y me pegas viajará la mensajera.
Jamás aprendí a escribir y soy muy gran escribana y, con invención galana, te suelo siempre servir sin cansar tarde y mañana.
No me hace falta sacar pasaje: me mojan la espalda y me voy de viaje.
Soy blanca como la nieve, me ponen sobre una mesa, para escribir sobre mí cuanto venga a la cabeza.
Soy pequeño, pequeñito, más con tal poder y arte que, si no me pegan bien, no van a ninguna parte.
Por dentro carbón, por fuera madera, en tu maletón voy a la escuela.
Como una ametralladora se escucha mi tableteo; pero estoy en la oficina, que mi oficio no es guerrero.