Cada año nazco gordito
y cada año me muero flaquito.
¿Qué soy?
Cuando apenas he nacido,
mi vida se acaba al punto;
aunque no soy el primero,
lo sigo por todo el mundo.
Somos sesenta mellizos,
en torno de nuestra madre,
tenemos sesenta hijitos
y toditos son iguales.
Doce palomitas
en un palomar,
a la hora y a los cuartos
salen a volar.
Doce señoritas
en un mirador,
todas tienen medias
y zapatos no.
Son doce hermanas
y todas gastan medias
y, aunque, van numeradas
todas son cantadas.
Unas surgen con la luna,
a otras las alumbra el sol,
todas juegan al corro
y todas hermanas son.
¿Qué cosa no ha sido
y tiene que ser,
y que cuando sea
dejará de ser?
Todos me esperan
pero nunca llego,
porque cuando llego
yo desaparezco.
Fui y no soy,
no soy y fui,
mañana seré
y hablan siempre de mí.
¿Qué día será,
que entre el sábado
y el lunes está?
Como te cases
o te embarques
en este día fatal,
todo te saldrá mal.
De aquí al domingo seis pasos,
seis cielos que veo pasar,
seis mañanas, seis ocasos
¿Cómo me debo llamar?
Los siete son hermanitos
y viven un solo día:
cuando uno nace otro muere,
y así se pasan la vida.
De siete en siete vamos
cogiditos de las manos.
Nos llegan muy de mañana
y se van mucho después,
regresan cada semana
y cuatro veces al mes.
Somos doce hermanos
y yo el más chiquito;
cada cuatro años
me crece el rabito.
Aquí estamos doce hermanos;
yo, que el segundo nací,
soy el menor entre todos:
¿Cómo puede ser así?
Doce caballeros,
nacidos del sol,
todos mueren antes
de los treinta y dos.
Doce son los hermanitos,
uno es el benjamín,
siete son los mayorcitos
y los cuatro restantes
los más pequeñitos.
Estoy condenado
a un año y un día;
si esto es cada cuatro,
¿mi nombre, sabrías?
Un árbol con doce ramas,
cada rama, cuatro hijas,
cada hija, siete hijos,
me dices ¿cómo se llama?
Un árbol con doce ramas,
cada rama, cuatro nidos;
cada nido, siete pájaros:
cada cual con su apellido.