No soy ave ni pez,
ni soy una cosa rara,
y sin ser ave ni ser nada,
soy ave y nada al revés.
Ella no tiene pies,
y si te descuidas,
parece un pez.
Robo a los ricos,
se lo doy a los pobres,
y a mi amada Marian,
le mando flores.
Roe, roe en la despensa;
roe, roe, roe el pan,
y si tú pierdes un diente
un tesoro te dará.
Salieron de Oriente,
con rumbo a Belén,
si quieres juguetes,
escribe a los tres.
¿A qué reyes me refiero,
que a Belén fueron guiados
por una estrella de Oriente,
llevando oro y presentes
y encontraron a otro Rey,
recién nacido en el suelo?
¿A qué reyes me refiero?
Escudero regordete,
a su Señor acompaña,
envuelto en mil aventuras
por los campos de la Mancha.
Adivina, adivinanza,
va montado en su borrico
es bajo, gordo y con panza,
amigo de un caballero
de escudo y lanza,
sabe refranes, es listo.
Adivina, adivinanza.
Con su caballo y con su escudero
sale por la Mancha este caballero.
Quiere justicia, busca aventuras
y encuentra palos y desventuras.
Alto y flaco caballero
justiciero y soñador,
que, a lomos de Rocinante,
a molinos se enfrentó
creyendo que eran gigantes.
Mi padre me llevó al bosque
y el camino señalé
marcándolo con piedrecitas
para así poder volver.
Con largos vestidos
de sedas y gasas,
me imitan las niñas
cuando se disfrazan.
Tiene nombre de joyero,
menudo, blanco, ligero.
Vive sin haber vivido
y es de todos conocido.
Llevo un parche en el ojo,
una pata de palo,
y mi cara es de …
malo, malo, malo.
Por decir muchas mentiras,
me ha crecido la nariz,
pero, arrepentido luego,
vuelvo a sentirme feliz.
¡Que sí!
que me crece la nariz
al mentir
¡ay de mí!
Azul, o rosa, o cubista,
siempre artista.
Perdí mi sombra,
y cuando la encontré,
a Wendy me llevé.
Era un animal feroz,
hasta pintarlo de rosa;
ahora nos divierte mucho;
lo feroz… ya es otra cosa.
Lleva la cara pintada,
y unos grandes zapatones,
ríen los chicos y grandes,
con sus chistes y canciones.
En los cuentos soy el malo,
porque en vez de un helado,
me comería…
¡Al que tienes al lado!
Le encanta la carne
de ciervo y gamuza,
le encanta la niña
de la caperuza.
¡Qué suerte tiene esta señorita!,
que tiene una varita,
y cuando la agita,
te convierte en princesita.