Yo con mi hermana gemela
andamos siempre al compás,
con la boca por delante
y los ojos por detrás.
Dos hermanas diligentes
que caminan al compás,
con el pico por delante
y los ojos por detrás.
Pico sin tener enojos
y, sin nacer, soy de corte,
pero muchos, con arrojos,
los dedos, viendo mi porte,
me los meten por los ojos.
Seguro que en tu casa está
si no lo sabes no importa.
Pero ¿qué cosa será
que cuanto más larga más corta?
Cuanto más largas
más cortas,
cuanto más cortas
más largas.
Te la digo, te la digo,
te la vuelvo a repetir;
te la digo veinte veces
y no me la sabes decir.
Cuando me caliento hasta los talones
aliso camisas y pantalones.
Cuando pasa
¡cómo pisa!,
deja rasa
la camisa.
Un pie grave, ardiente y plano,
va dejando el campo llano
y, al pasar, su calentura
va dejando en la llanura.
¿Quién es esa señora,
que tiene la propiedad,
de estirar bien lo arrugado
y de arrugar lo estirado,
con igual facilidad?
Locomotora no soy,
mas cuando con vapor voy,
dejo muy alisado
si me usan con cuidado.
Tengo pie y no tengo boca,
hilo meto, hilo asomo,
tengo dientes y no como.
Dama da,
dama deja,
y no se queja
de lo que deja.
Una cosa
que no es cosa
y lo es.
Largo, largo, como un camino
y cabe en un «pucherino».
Y lo es, y lo es
y no me lo adivinas
en un mes.
Tan largo como un camino,
proviene de vegetal,
y a pesar de su extensión,
en un cesto puede estar.
Don dedín tiene un sombrero
para no hacerse agujeros.
Vengo al mundo a trabajar,
y tengo tan mala suerte,
que todos me pinchan el culo,
y yo no me puedo quejar.
Una señora, muy aseñorada,
tiene muchos dientes
y se cose a puntadas.
Si bien empiezo con bo,
no soy bota ni botijo,
¡bobo, tonto!,
¡qué lo he dicho!
Pequeños, redondos, con agujeritos,
valemos muy poco, solos o juntitos,
mas de nosotros depende
el buen vestir de la gente.
Siempre de mí dicen algo,
aunque muy humilde soy;
no soy señor y me tratan,
con la nobleza del don.