Anido en las torres,
largo cuello tengo
y todos los años
por San Blas vengo.

Jamás de su casa sale y corre el monte y el valle.

Un espléndido abanico que no produce pavor, sus alas, plumas y pico son reales, sí señor.

Adivina, adivinajera: no tiene traje y sí faltriquera.

Soy dama cruel, temerosa, me paseo en verde prado, y todo aquel que me mira se queda muy espantado. Yo luzco un largo vestido que en tienda no fue comprado, no fue por mano de sastre, ni medido, ni cortado.

Adivina, adivinanza, ¿qué familia de animales tiene redecilla y panza?

Aunque no soy florista trabajo con flores y por más que me resista el hombre arrebata el fruto de mis labores.

Soy un turco pues sustento las mujeres que me dan, con quien hago de galán; repártoles el sustento, de celos padezco afán. Roja diadema me adorna, el traje Dios me lo dio, y aunque carezco de dientes tengo fama de cantor.

¿Qué es, qué es, del tamaño de una nuez, que sube la cuesta y no tiene pies?

Alas de mil colores y se pierden entre las flores.

Adivina adivinador, por las mañanas soy un gran cantor.