Dieciséis personajes,
con el rey y la reina,
se enfrentan a otros tantos:
si juegas mal
te encontrarás perdido
¡y ganará el contrario!
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Por come empieza y volar sabe, no es un avión, ni tampoco un ave.
Juegan en la cancha más altos que bajos; meten la pelota dentro de los aros.
Miras adelante, haces ejercicio, das a los pedales, tienes equilibrio.
Si sumas uno más uno evidente que da dos, y si da dos te descubro dos veces la solución de este juego de salón.
Con caras muy blancas llenas de lunares a unos damos suerte, a otros, pesares.
Un combate que se entabla muy lento o con rapidez; ninguno de los dos habla; las piezas son más de diez.
Son mis fichas amarillas, rojas, azules y verdes, si las comes y las pillas, tu te cuentas hasta veinte.
¿Qué juego será, que aunque nos movamos siempre nos quedamos en el mismo lugar?
Cubo que seis caras tiene, veintiún puntos en total, en el «Parchís» interviene y en la «Oca»... pues igual.
Sobre la mesa se pone, sobre la mesa se parte y entre todos se reparte, mas nunca, nunca, se come.